NÚMERO 11

     

Y AÚN VIVEN ALLÍ

Karim Carella

 

 

 

"Y ellos aún viven allí" Murmuré cuando llegué a Val Codera...
A poco más de 100km de Milán, la capital del progreso, el símbolo de la modernidad y el desarrollo tecnológico, hay un lugar más que raro, único.
Perdido en las alturas, mirando al sur sobre el Lago Novate Mezzola, el último apéndice del Lago di Como, la Val Codera, orgullosamente aislada y olvidada de los fenómenos turísticos de masa, está el único valle habitado del arco alpino italiano privado de cualquier camino para coches.
Aquí el tiempo no se para...¡retorna al pasado! A pie, como los primeros habitantes del valle.
El lento paso del río homónimo marca el ritmo de la vida en esta región. Aquí, tras el pendientes y senderos no inaccesibles, pero sí con bastante pendiente, la naturaleza reina soberana, completando su ciclo de las estaciones sin que el hombre cambie el equilibrio.
Val Codera esta situado en la confluencia de Valchiavenn y la Valtellina, en el corazón de los Alpes Retic, un minúsculo rincón del mundo que ha sido preservado terminantemente y defendido su origen a lo largo del tiempo, obstinándose en endurecer los rigores de la vida, caracterizada por el duro invierno de una región tan  impenetrable como difícil de domar.
Aún cuando desde el principio del 1900 el inexorable paso del tiempo empezó a mermar el número de habitantes del valle (justo después de la II Guerra Mundial eran 500), algunos de ellos (unos 20 o menos) aún siguen allí manteniendo este especial lugar vivo con su increible espiritu de abnegación y sacrificio.
Situado a una altitud de 850 metros, el asentamiento de Codera puede alcanzarse por el sendero que, comenzando en Mezzolpiano, asciende a una empinada loma hecha de terrazas de roca de granito. En invierno, un par de raquetas de nieve es el mejor calzado en estos lugares.
En el ascenso, siguiendo estos escalones que desaparecen bajo la nieve, paras a tomar aire: y escuchas el ruidoso eco de tu respiración en el silencio. Tu atención está perdida en tu entorno, y se dirige hacia el valle, sobre Novate Mezzola, el lago homónimo y la reserva natural del Pian di Spagna. En invierno, a lo largo de esta ruta, la nieve funciona como un silenciador natural, haciendo que la presencia del hombre se haga casi imperceptible, amortiguando y aligerando sus pasos.
No es raro encontrarse con algunos amigables compañeros de viaje: cabra montés, pastando placidamente en las lomas boscosas, observando el estenuante ascenso para el hombre con cierta curiosidad. El primer asentamietno que encuentras es el burgo de Avedèe con su pequeña capilla. Las flores secas dejadas dentro es el primer signo que vi de esta silenciosa presencia humana que nunca ha abandonado estos lugares. Después, el sendero casi vuela, en una serie de salientes y entrantes. Los más estrechos protegidos por cordajes de metal que rodean los límites de los salientes de roca, y que dan al precipicio, no permiten olvidar la dureza del entorno.
"Aquello que nosotros fuimos un día es lo que eres hoy, quien nos olvide se olvida a sí mismo" proclama el epitafio situado en la entrada del pequeño cementerio de Codera. Es una advertencia, pero también una manera de incitar al recuerdo: el recuerdo de los habitantes que en este valle eligen continuar con el legado, no romper con el pasado. Por la plena consciencia de su vulnerabilidad frente a la montaña, viven en la sabiduria que continuar con las viejas tradiciones y mantener el pasado vivo es su razón para existir.
En la aldea de Codera uno puede cruzarse con uno de sus habitantes, quizá bajo el peso de una cesta de leña, y poco después enterarse que esta leña sirve para alimentar la chimenea del pequeño refugio que ofrece alojamiento a los excursionistas.
Aunque sea por poco tiempo, esta experiencia de comunión con la naturaleza deja una señal profunda...
De vuelta a la "civilización", con sus ruidos, su ritmo frenético, que hace suspirar de nostalgia, nos puede embargar un sutil sentido de envidia por aquellos que custodian la memoria de los que viven allí arriba, protegidos por el silencio de la montaña.

 
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